
CÓMO RESPONDER A LAS PERSONAS «ENGANCHADAS» A LOS PROBLEMAS
Hace unos días, charlando con una muy buena amiga, surgió un tema con el que suelo trabajar en consulta y que me pareció interesante compartir en el blog. Según me explicó, tiene una amiga que, cada vez que se encuentran, tiende a abarcar con sus problemas toda la conversación. ¿Os suena? Más de uno de nosotros conoce a alguien así. Parece que llevan una venda en los ojos que les impide ver lo bueno que consideramos que sí tienen. E incluso, en algunos casos, hasta les podemos considerar personas con “suerte en la vida”. ¿Cómo puede ser que no se den cuenta?
Ante situaciones así, nuestra reacción más natural suele ser animarle, ofrecer una perspectiva optimista sobre su presente y su futuro, y sugerir mil y una soluciones para sus problemas. Actuamos con toda nuestra buena intención y el resultado suele ser un fracaso. O bien rechazan nuestros intentos de ofrecer otra perspectiva, o incluso, en el mejor de los casos, aceptan nuestros consejos pero no ponen en práctica ningún cambio. ¡Si parecía que le había convenciendo!
Un momento. ¿Convencerle? ¿Es necesario? Piensa que es la forma de actuar de prácticamente todo su entorno y si sigue igual, está claro que no funciona… ¿no será que no es eso lo que necesita? ¿En algún momento te ha pedido alguna solución a sus problemas? ¿Te has fijado en la cara que pone cuando intentas restar importancia a su situación?
Si quieres encontrar una respuesta diferente en este conocido que tienes en mente, te propongo una forma también diferente de reaccionar a sus quejas. ¿Y si tratas simplemente de escucharle? Intenta no centrarte en cómo percibes tu su situación, sino más bien en lo mal que lo está pasando. Empecemos por el principio. «Acompáñale» en su sufrimiento mientras te relata su/s problema/s. ¡Así también le ayudas!
Llegados a ese punto, pueden ocurrir dos cosas: o bien una vez hablado y repasado el problema es él o ella quien te pide voluntariamente consejo (y ese será tu momento de dárselo). U otra opción es que la persona, ante la falta de soluciones por tu parte, genere por sí misma posibles alternativas de solución activando así, sus propios recursos. Siempre tiene que haber alguien “que tire del carro” cuando hay que salir de un bache. ¡Deja de malgastar esa energía si no hace falta que seas tú quien lo haga!