
Cuando hablamos de los trastornos de ansiedad y concretamente, de las fobias, el inconveniente reside en la sobrestimación del peligro real o del grado en el que vamos a salir perjudicados.
Existen diferentes modelos teóricos que hipotetizan sobre el origen de este miedo. Miedo a algo que, aparentemente, no es como se cree.
Y en cuestionar estas creencias se basa una de las técnicas clave para superar una fobia, la exposición. Básicamente, implica enfrentarse al elemento que origina el miedo.
Así es, se debe hacer frente a aquello a lo que se teme el tiempo suficiente para que se rebaje la ansiedad. Porque sí, al tiempo la ansiedad se reducirá, es un hecho, y cuando lo haga, ya estaremos preparados para retirarnos.
¿Qué ocurre para que sea así?
Una de las teorías que explica este cambio afirma que al enfrentarnos a aquello que nos aterroriza, extinguimos la respuesta de ansiedad. Dejamos el tiempo suficiente para que el cerebro “caiga en la cuenta” de que no es necesario activarnos de ese modo, que no conseguiremos nada, ya que ni tendremos que huir ni enfrentarnos a ningún peligro. Es entonces cuando retorna poco a poco al cuerpo a su estado normal.
Lo contrario ocurre cuando evitamos o huimos de aquello que tememos. De esta forma lo que hacemos es alargar el problema, ya que no damos tiempo a comprobar por nosotros mismos que esas terribles consecuencias que nos imaginamos solo están ahí, en nuestra imaginación. Y por el contrario, sí confirmamos nuestra falsa creencia de que somos incapaces de superar la situación (alimentamos la fobia).
Un buen consejo sería reflexionar sobre la diferencia entre «posible» y «probable», tener clara la distinción nos puede llevar a conclusiones mucho más realistas. Consulta con un especialista para pautar la exposición y ¡anímate a superar tus miedos!